La práctica de pernoctar en templos se denomina en japonés, shukubo y es una de las maneras más auténticas de vivir y conocer la fascinante cultura japonesa.
En Koyasan, lugar más relevante del budismo shingon y considerado como montaña sagrada, podemos hacer realidad esta experiencia tan peculiar e inolvidable.
Es un lugar bastante alejado y llegar hasta allí ya requiere una pequeña aventura, pero aún así todos los años, cientos de miles de personas peregrinan hasta Koyasan para visitar el mausoleo de Kobo Daishi, del que se cree que descansa en eterna meditación.
Tenemos que advertir que los trayectos no entran en el Japan Rail Pass y que el precio es un poco elevado (1.510Y por trayecto).
Para llegar hasta allí desde la estación de Shinimamiya de Osaka se debe de tomar un tren hasta la estación de Korakubashi (79min). A partir de ahí hay que seguir el camino ascendiendo en un teleférico (5min) para después montar en un autobús (15 min).
Una vez llegamos a Koyasan, hay más de 50 alojamientos para elegir de estas características. Es conveniente reservar con tiempo porque suelen estar al completo, ya que es un lugar bastante turístico.
Los precios de los templos también son bastante elevados, así que elegimos uno de los más económicos, el Templo Sekishouin.
Para llegar hasta él hay que cruzar todo el pueblo, ya que el monasterio se encuentra justo al lado de la entrada al cementerio Okunoin. Está muy bien señalizado y solo hay que seguir las indicaciones que nos vamos encontrando a lo largo de la carretera.


Encontramos el templo sin ningún problema.
Se trata de un antiguo monasterio construido en el año 1975, donde se inician jóvenes budistas y ademas de esto ofrecen alojamiento a turistas y peregrinos.
Nada más llegar, nos quitamos los zapatos y un monje nos acompaña hasta una oficina repleta de libros y papeles, donde otro monje muy anciano nos estaba esperando para hacer el registro de entrada.


Nos asignan habitación y el mismo monje nos acompaña hasta ella. Nos indica en un pobre inglés el horario del desayuno y nos pregunta si asistiremos a la ceremonia religiosa de la mañana.
Reservamos una habitación con salida al jardín, baño propio, WIFI y desayuno. El precio fue de 11.000 Yenes y la contratamos a través de la web Japanican.
La habitación era de estilo japonés, amplia, cómoda y luminosa. Para dormir se colocan unos futones sobre el tatami, acompañados de unos grandes edredones. A un lado una pequeña mesa con una manta y un calentador por debajo, tipo brasero, para mantenernos calentitos.
Pero indudablemente lo que más nos gustó fueron las vistas al impresionante jardín desde la ventana de la habitación.
Como todavía era temprano, ya que nuestra intención era visitar el cementerio al atardecer, nos ponemos los yukatas para estar cómodos y disfrutamos por un buen rato de nuestra acogedora habitación.


El día no acompaña mucho y no para de llover. Preparamos un té bien calentito y amenizamos la espera con vistas al impresionante jardín.




Como podéis ver no nos aburrimos… estar vestidos con esas ropas en semejante entorno, hace volar mucho nuestra imaginación.


Al atardecer nos fuimos a conocer el cementerio Okunoin.
Nuestra intención era entrar de día y salir de noche y la verdad es que la elección fue todo un acierto ya que cambia mucho el ambiente y la energía dependiendo del momento.
Después de la visita intentamos buscar algo para cenar, pero absolutamente todo estaba cerrado ya. Más tarde nos enteramos que a partir de las 8 de la tarde solamente quedan abiertos la farmacia y la gasolinera.
Así que nada, cenaremos algunas cosillas que compramos en un 7eleven de Osaka.
Y sin tardar mucho nos vamos a dormir en uno de los futones más cómodos que hemos probado, parecía que te abrazaba. Tan cómodos estábamos que no oímos el despertador y unos golpes en la puerta nos levantaron sobresaltados. Era las 6 y media de la mañana y un monje anunciaba el comienzo de la ceremonia religiosa!!!
Nos vestimos rápidamente y salimos corriendo hacía la sala de oración, ¡¡¡nos hemos dormido!!!
Aún medio en sueños, comienza la ceremonia y una decena de monjes se ponen a cantar mantras al ritmo de varios instrumentos de percusión. La verdad es que fue interesante, estábamos muy pocos huéspedes y fue muy intima. Al terminar se acercó un monje y nos regaló unas pulseras bendecidas por haber acudido a la ceremonia, muy guay!! hoy en día aún seguimos llevándolas!!
Tras la ceremonia nos acompañan a la sala principal del templo donde ya esta servido el desayuno. La comida era completamente vegetariana (shojin ryori) la misma que comen los monjes, pero para nosotros difícil de digerir a esas horas de la mañana, aunque aún así la probamos.




Hoy hace un día precioso y vamos a poder explorar el precioso jardín japones que tenemos al otro lado de la puerta de la habitación.
Nos ponemos los “zuecos para exteriores” y nos disponemos a disfrutar del maravilloso jardín.

El jardín es una auténtica maravilla, en el centro nos encontramos un gran estanque con carpas inmensas nadando y una pagoda adornándolo en su parte central.
La vegetación es exuberante y colorida, con bellas flores de estación. Encontramos todos los elementos que caracterizan un jardín japonés como rocas, agua, una isla, un puente y linternas de piedra.
Solamente se escuchaban los pájaros y el lugar se convirtió en un remanso de paz y armonía.



Todo el entorno está muy limpio y cuidado, hasta el más mínimo detalle.
Y para muestra esta foto, donde un monje está recogiendo a mano las hojas que se han caído de un árbol.

Nos sentamos tranquilamente olvidándonos del paso del tiempo y del estrés del viaje, simplemente contemplando del jardín, ¡¡una auténtica obra de arte!!
Aprovechamos para sacar miles de fotos, ya que el momento y el lugar lo valían con creces.




Muy a nuestro pesar tenemos que volver a la realidad y poner fin a nuestra estancia en el templo, ya que tenemos pendiente visitar algunos templos más en Koyasan, antes de partir de nuevo hacia Osaka.
Hacemos las mochilas y decimos adiós a una de las estancias más curiosas y peculiares en las que nos hemos alojado, porque no todo el mundo puede decir que se ha alojado en un templo budista, ¿verdad?

Nos ha parecido una elección de hospedaje más que buena.
Es verdad que es un poco caro, pero la vivir la experiencia merece la pena. Hay que pensar que el precio no es solamente del alojamiento, si no de todo lo que le rodea.
Un día inolvidable y único.

Y lo más importante, ya para finalizar, si quieres disfrutar sin preocupaciones de Japón, ¡¡viaja seguro!!
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