Penglipuran es una pequeña aldea tradicional balinesa, protectora de sus costumbres y tradiciones.
El pueblo está situado a unos 6 km al norte de la ciudad de Bangli, como a 1 hora y media de Ubud en coche.
Cuenta con una población aproximada de 750 personas y 192 familias, donde la mayoría se dedican a la agricultura.
Nuestro chófer nos deja en el gran parking que hay a la entrada del pueblo y compramos las entradas, 30.000 IDR.
La primera impresión nada más entrar es que todo está muy limpio y cuidado.
Los niños juegan felices en la calle principal rodeados de hermosas plantas. Saludan a nuestro paso, y sobre todo sonríen!!
Los vehículos motorizados tienen prohibido circular por el casco urbano, así que pasear por las calles totalmente despreocupados, es todo un placer.
En Penglipuran, como en el resto de Bali, todas las casas están orientadas al noreste, hacia el sagrado volcán Agung.
Básicamente todas las viviendas son iguales en tamaño y forma. Lo único que puede variar un poco es la distribución de la habitación familiar, que se puede hacer de forma libre.
La zona de entrada, paredes y suelos están construidos de piedra y el techo de madera o bambú, que tanto abunda en la zona. Todas las casas tienen aledaño un pequeño templo familiar.
Una de las cosas que más nos llamó la atención fueron los carteles que hay colocados en las puertas de entrada a las casas. En ellos se indica el número de hombres y mujeres que viven en la misma y los miembros de la familia que ya han fallecido.
Los locales son muy amables y a nuestro paso, nos invitan a entrar en sus casas y poder verlas.
Decidimos entrar en una, para conocer un poco más su forma de vida.
La casa se divide en 3 partes, en la entrada un gran espacio vacío, en la zona central, la cocina y habitaciones y al fondo, el baño y el corral para los animales.
En este pueblo están bastante acostumbrados al turismo, así que también cuentan con una zona dedicada a la venta. Puedes comprar recuerdos hechos a mano, sarongs, pañuelos, gorros tradicionales, etc.
Vamos pasando por las estancias de la casa rodeados de niños. Les encantan las fotos y todo el rato están posando para la cámara.
Abandonamos la casa muy agradecidos con los dueños y nos dirigimos a la escuela y el templo que se encuentran en la parte superior de la calle principal.
El templo de Penglipuran se llama Pura Penataran y para acceder a él hay que seguir unas normas de vestimenta y cubrirse las piernas con un sarong.
Fuimos recibidos con un cálida bienvenida.
Por lo visto, al día siguiente se celebraba una gran ceremonia en el templo y todos los habitantes estaban preparando y limpiando el lugar.
Por un lado los hombres cortan la hierba con unas pequeñas hoces.
Y por el otro lado, las mujeres forman un círculo sobre la hierba y barren hacía el centro todas a la vez, juntando en la mitad lo que ha sido segado por los hombres.
Un trabajo muy organizado y eficaz.
Cuando terminamos de ver el templo, salimos por un costado y nos dirigimos a la parte de atrás, donde hay un precioso bosque de bambú, no tiene perdida, ya que está bien indicado mediante señales.
Es un lugar muy agradable y se está bastante más fresquito bajo la sombra de los bambús, lugar ideal para darse un paseo.
Atención, no olvidar el repelente de mosquitos!!! Nos pusieron finos…
Los locales son muy amables y acogedores. Siempre están con la sonrisa puesta y dispuestos a conversar con el visitante.
Dejamos con pena el bosque y volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar a la calle principal, que tenemos que volver a decir que es encantadora. Las casas de arquitectura balinesa junto a sus pequeños templos a ambos lados de la calle y todo extremadamente cuidado y limpio, crean un entorno ordenado y relajante.
Fue una gran experiencia y aprendimos un poco más sobre una cultura distinta y desconocida para nosotros. Sin duda alguna recomendamos la visita a Penglipuran.
Y lo más importante, ya para finalizar, si quieres disfrutar sin preocupaciones de Bali, viaja seguro!!
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